El origen de El Barraco data de la época de la “Cultura de los Verracos”, desarrollada por la tribu de origen celta de los vettones, durante los siglos VII al I A.C. aunque la falta de datos en la Edad del Hierro no permiten ahondar más en sus raíces.
Serían las toscas esculturas de granito con formas de animales, alguna de ellas con una existencia conocida hasta la segunda mitad de la década de 1940, las que dieron nombre a esta villa y a nuestro escudo municipal.
Las legiones del Imperio Romano también dejaron numerosas huellas de su paso por estas tierras. Como varios puentes que aún conservan algunas de sus inscripciones originales, y también son visibles pequeños tramos de calzadillas. Pontones y vías de comunicación, que durante el auge comercial de la baja edad media, fueron ampliamente utilizados por el Honrado Concejo de la Mesta.
Avanzando en nuestro recorrido histórico, tenemos constancia de la presencia en estos dominios de los visigodos, un pueblo de ascendencia germánica, con una punta de lanza encontrada de manera casual hace algunos años por un vecino de la localidad, en la zona del Valle Iruelas.
Numerosas fuentes y pilones brotan en distintos lugares y plazas del pueblo.
Los edificios de la iglesia, la biblioteca antigua y el ayuntamiento forman parte del patrimonio arquitectónico y cultural de El Barraco.
En la actualidad la localidad vive principalmente de la actividad ganadera, las peleterías, la agricultura y el sector servicios.
Las gentes de la localidad son cálidas y disfrutarán compartiendo amablemente conocimientos y experiencias con los visitantes.
La gastronomía tradicional forma parte de la historia de este pueblo, en el que podemos adquirir y degustar el pan de pueblo, la repostería oriunda (rosquillas y huesillos fritos, tortas de chicharrón, calostros, ...) así como las sopas de matanza, asados en hornos de leña y los chuletones de ternera avileña.